La víspera de este día, es decir el día 31 de octubre, al anochecer, era costumbre correr por las calles unas ovejas, que normalmente eran machorras gordas, con unos cencerros que sonasen fuerte, para ausentar los malos espíritus del pueblo.
Después las mataban y al día siguiente las comían los mozos, como siempre en su posada.
Después las mataban y al día siguiente las comían los mozos, como siempre en su posada.
